jueves, 26 de diciembre de 2013

LA CORRIDA DE DE HARO, ILUSIÓN QUE NOS EMBARGA






EL VITO

Lazos de afecto me han unido a la ganadería de De Haro desde hace 38 temporadas, cuando la fecha del primero de febrero de 1976 marcó la presentación de la ganadería en Venezuela.
Manuel de Haro y doña Martha González de De Haro visitaron Caracas, se hospedaron en un hotel demla barriada de San Agustín donde está la plaza,  “para estar cerca de los toros” como justificaría don Manuel el hospedaje.
 Raúl Izquierdo, siempre preocupado por el trato que se le diera a un mexicano en Caracas, nos pidió ir hasta donde estaban los ganaderos y ponernos a sus órdenes para lo que consideraran. La víspera del festejo  fuimos al restaurante La Estancia, entonces administrado por Amadeo Costa. En este local, ahora con fogones distintos y manos diferentes, aún se guarda en la colección de fotos que destacan en sus paredes, el recuerdo de la visita de tan queridos personajes.
Aquella corrida anunciaba a Palomo Linares, Curro Leal que hacía su presentación en Venezuela y a Rafael Ponzo que venía de una gran temporada en ruedos de España y del Perú.
El festejo fue televisado para España, vino como relator para la Televisión Española Matías Prats, con quien trabajamos  junto a Federico Núñez, realizando la transmisión de la corrida el equipo de producción de Venezolana de Televisión.
Unas declaraciones de Manuel de Haro, causaron escozor a los ganaderos españoles. Fue durate una entrevista del ganadero mexicano, cuando le recomendó a sus pares ibéricos recurrir a la ganadería mexicana, para con sangre del saltillo mexicano evitar la caída de los toros españoles, que con escándalo se sucedían en las ferias más importantes; por aquellos días los toros en España rodaban por las arenas y no eran capaces de sostenerse en pie.
Aquellas declaraciones las relatamos en El Ruedo, revista de la que fuimos corresponsales para Venezuela por más de una década. La recomendación de don Manuel de Haro provocó un escándalo.
La corrida fue una gran corrida de toros, por su emotiva bravura y gran movilidad. Palomo, como siempre, empeñoso y entregado con “Conquianero” que fue el toro del debut. Le traicionó la espada y perdió las orejas., No así Curro Leal, quien tras cortarle una oreja al segundo de la tarde abrió un camino muy importante en su carrera. Rafael Ponzo mantuvo la expectativa, fue ovacionado y se comentaron favorablemente sus faenas, también malogradas con la espada.
De Haro sembró su cartel en el surco de la tauromaquia venezolana, y sus frutos serían cosechados el 15 de octubre de 1978.
Todo ocurrió en plena temporada de Caracas, a una semana de la presentación en Venezuela de David Silveti,  con una corrida de Javier Garfias. Fue en la tercera corrida de la Feria de Caracas, tarde que marcó la reaparición en el Nuevo Circo de Antonio Chenel “Antoñete” de quien se recordaba su apoteosis en la Corrida de la Prensa con un toro de Reyes Huerta. Aquella tarde  Manzanares y Pepe Cámara acompañaron al maestro madrileño en el cartel. Sólo se lidiaron cinco toros, porque a la altura del quinto De Haro de la Tarde, un torrencial aguacero obligó a suspender el festejo. Manzanares realizó su mejor faena en Caracas, entre las muchas triunfales realizadas por el alicantino en la capital venezolana; y “Antoñete” –¡Ay Antoñete! – cuajó una faena para la historia, cortándole al bravo y noble cárdeno una oreja que pudo haber sido un rabo de no fallar la tizona. Faena la del madrileño que en el tiempo creció, convirtiéndose en pasaporte para el reencuentro del gran torero,  y así llenar de gloria las páginas que habían quedado en blanco en la vida profesional de uno de los más grandes de todos los tiempos.
Aquella tarde octubrina y caraqueña, nació una relación de afecto y admiración entre la familia De Haro y el torero de Las Ventas. Relación que abrió en el río de nuestras vidas  un camino de estelas que nos llevaron a ser testigos de  la epopeya de un grande del toreo, el  Maestro de Maestros Antonio Chenel “Antoñete”
Es por ello que denuncio en estas líneas, lo que embarga nuestro corazón al ver anunciados en el cartel del próximo domingo en la Plaza de Toros Monumental México, ocho toros de De Haro para nuestro admirado Federico Pizarro, torero que podría reencontrarse el domingo y cruzar el Rubicón que le separa del estrellato que se merece. Estará también Pepe López junto al buen torero colombiano Ricardo Rivera.
A Rivera le recordamos que Chenel fue padrino en Bogotá del maestro César Rincón, y que con De Haro puede, de proponérselo entregándose en la plaza grande a iniciar un camino importante para su historia personal y profesional.
Volvería De Haro a Caracas  el 9 de noviembre de 1980 en la 5ª Corrida de la Temporada con Manolo Martínez, Niño de la Capea y Pepe Cámara. Cámara resultó lesionado, cobrándole un toro de Apizaco su atrevimiento anterior, cuando en esta misma arena caraqueña el torero de Cagua le faltó el respeto a la bravura de un encastado toro de Haro para convertirlo en un triunfo.
Hace ya, dijimos, 38 años de esta relación de afecto, amistad y admiración. Innumerables las visitas a La Laguna, donde creció el respeto por esta familia, una hermandad con Manuelito y Jorge de Haro, con testimonio de Carlos Castañeda Gómez del Campo, hoy cultor del encaste de De Haro por afición y admiración. Fueron reuniones y conversaciones  alimentadas y enriquecidas con tertulias, tentaderos y epistolarios atados al hilo del toreo, y rematados con lazos de la historia verdadera de la Nueva España en tierras de Tlaxcala.











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